No se puede negar que la tecnología hace todo más eficiente y dinámico, y que tiene la potencia para reducir tiempo y costos de casi todos los campos en los que se utiliza.
Hablando específicamente, cuando se trata de máquinas de traducción, estamos muy conscientes de que la tecnología que las impulsa solo continuará mejorando en el corto plazo. Los procesos de traducción serán más rápidos y más económicos, y su calidad podrá mejorar también. Pero, incluso si la traducción automática mejora a pasos de gigante, debemos admitir que no estamos ni siquiera cerca de la creación del traductor de Inteligencia Artificial perfecto.
El uso de máquinas para traducir tiene muchas ventajas: las traducciones pueden hacerse casi de inmediato, y se pueden procesar muy rápidamente grandes cantidades de información. Las máquinas son fáciles de usar y pueden traducir de un idioma a muchos otros al mismo tiempo. De igual modo, probablemente una de las ventajas más importantes para los traductores es que, usadas de forma adecuada, las máquinas pueden automatizar la primera etapa de una traducción, facilitando la “fase de borrador”, ayudando a mejorar la redistribución de los tiempos efectivos de trabajo y entrega, y, por lo tanto, reduciendo las tarifas e incrementando la calidad del trabajo. Definitivamente, un “ganar-ganar” para los traductores y sus clientes.
Sin embargo, por otro lado, tan lejos como la tecnología ha llegado, ni siquiera la mejor máquina de IA para traducir ha podido igualar el trabajo de un traductor profesional. Aunque la tecnología de IA ha mejorado increíblemente la comprensión de contextos, los algoritmos todavía no pueden equiparar la habilidad humana para comprender matices del lenguaje o sistemas lingüísticos o gramaticales complejos.
¿Otra característica importante que las máquinas para traducir no tienen? Creatividad humana. Las máquinas solo pueden crear adaptaciones literales. Los traductores profesionales pueden hacer traducciones con el adecuado estilo, tono, ánimo y color, e incluso pueden encontrar la mejor expresión y adaptarla a la intención del mensaje original en casos en los que no hay una palabra exacta o directa que se pueda equiparar a las frases del idioma original.
Las máquinas todavía no pueden saber y diferenciar el lenguaje de sectores específicos. Las máquinas y softwares de traducción no son capaces de darle el sentido correcto a la terminología médica o técnica, por ejemplo. Solo los profesionales especializados pueden reconocer el sentido y significado de ciertos términos y, por lo tanto, crear la traducción precisa que se requiere en ciertas áreas de especialidad.
Además, las máquinas no tienen el conocimiento cultural de un traductor profesional. Un traductor humano tiene la habilidad de adaptar una traducción para asegurarse que es sensible y adecuada para el contexto cultural para el que está pensada. Los elementos irrelevantes, ofensivos, confusos, o de cualquier otro aspecto cultural que puede variar entre idiomas, no pueden modificarse ni adaptarse sin el trabajo humano.
Pero no hay que malinterpretar todo lo que se ha dicho. El punto no es que los humanos son mejores que las máquinas, ni que las máquinas pueden hacer una mejor traducción que un profesional. La narrativa de los medios convencionales nos puede llevar a creer que la tecnología está compitiendo contra los traductores humanos; pero en realidad, esto es falso.
Desde el lugar en el que estamos parados actualmente, las máquinas y los traductores profesionales son aliados, no enemigos. Las fortalezas que la tecnología de IA tiene no la van a hacer reemplazar a los humanos en ningún futuro cercano. Si se comprenden y utilizan correctamente, esas ventajas estarán ayudando a los traductores profesionales a mejorar su trabajo en términos de velocidad, flexibilidad, y escala.
Incluso si las máquinas mejoraran su calidad de traducción en menos tiempo del esperado, todavía existirá una ventana de oportunidad para los traductores humanos. Los tiempos y costos se van a reducir, pero aún serán necesarios los traductores profesionales para revisar, adaptar y certificar la creación de las máquinas, y para darle los toques finales a los detalles que solo un humano puede comprender, como adaptaciones culturales, ajustes de tono, revisión de hechos, eliminación de sesgos, y adaptaciones lingüísticas, entre otros.
Así es que, si eres un traductor profesional o tienes la intención de serlo, no te sientas derrotado. Después de todo, la tecnología de IA no es la ruina de la traducción humana (ni de muchas otras profesiones), sino la mejor herramienta para ayudarnos a mejorar tiempos, costos y calidad para beneficio de todos los que nos dedicamos a traducir profesionalmente, y de nuestros clientes.
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